24.4.08
NO MAS MENTIRAS , TRASVASE NO
Una vez más, el pueblo aragonés tiene que salir a la calle a oponerse al trasvase del Ebro, a defender los principios de la Nueva Cultura del Agua, a exigir respeto a la dignidad de este País. Rechazamos enérgica y rotundamente este nuevo trasvase que se funda en tres mentiras. En primer lugar, la mentira, repetida hasta la saciedad durante la campaña electoral por Zapatero e Iglesias, de que un Gobierno del PSOE no aprobaría jamás un trasvase del Ebro. Poco ha habido que esperar: el nuevo Gobierno del PSOE ha aprobado el trasvase del Ebro en el primer Consejo de Ministros que ha celebrado, traicionando la confianza de los aragoneses y aragonesas a los que pedía el voto mientras negociaba a sus espaldas con la Generalitat.En segundo lugar, la burda mentira de que una tubería de 62 kilómetros por la que discurrirán 50 hectómetros cúbicos de agua procedentes la Cuenca del Ebro hasta las Cuencas Internas de Cataluña no es un trasvase. Aunque Zapatero e Iglesias se empeñen en negar la evidencia, se trata de un trasvase. Un trasvase que ya incluyó el PP en el Plan Hidrológico Nacional de 2001, que el anterior Gobierno del PSOE derogó en 2005, precisamente porque era un trasvase, y que ahora resucita el nuevo Gobierno de Rodríguez Zapatero. Es un trasvase insostenible que infringe la Directiva Marco del Agua, que vulnera el principio de unidad de cuenca, que contraviene el principio de recuperación de costes, que se ejecutará sin evaluación de impacto ambiental, que producirá importantes afecciones ecológicas en el Delta del Ebro, que ignora las alternativas que existen y que crea un peligrosísimo precedente que, sin duda, utilizarán los trasvasistas de otros territorios del Estado. Y, en tercer lugar, la mentira de que se trata de un trasvase provisional y temporal. ¿Alguien puede creer que el Estado invertirá nada menos que 180 millones de euros para una obra que será utilizada sólo durante nueve meses? El plan pactado por el Gobierno central y la Generalitat es evidente: la tubería quedará lista y preparada para futuros trasvases y será ya imposible controlar la tajadera. Todo ello, con la complicidad imperdonable de Marcelino Iglesias, un presidente dócil y obediente que, en lugar de defender a los aragoneses, ampara y justifica el trasvase plegándose a intereses partidistas.
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